Petro empezó su cuatrenio hablando de transición energética, bajándole el tono al tema de impuestos y habló de paz total. Los puntos clave.
Gustavo Petro dio un discurso de una hora en la Plaza de Bolívar, de Bogotá, portando la cinta tricolor que llegó a ponerse “contra todo pronóstico”. Sus palabras fueron conciliadoras, para nada disonantes con la visión que lo llevó a la Presidencia, pero acordes a las de un jefe de Estado que tiene la misión de “unir a Colombia”.
Ante los ojos de miles de espectadores presenciales y virtuales, Petro habló de transición energética, del Acuerdo de Paz, la lucha contra las drogas, la desigualdad social e inesperadamente anunció que dispondrá de los bienes que tiene la Sociedad de Activos Especiales (SAE) en su poder para impulsar una economía productiva.
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QUIERE TRANSICIÓN ENERGÉTICA MODERADA
La transición energética y el medio ambiente ocuparon gran parte de las palabras del presidente. Aún así, se mantuvo central y no arremetió contra una industria que ha estado con los pelos de punta frente a su llegada al poder. Le habló más al sistema internacional que a otro actor.
De hecho, señaló al resto del mundo por el cambio climático que está destruyendo al planeta. Pero hizo énfasis en que Colombia no es de los principales culpables.
“Nosotros estamos dispuestos a transitar a una economía sin carbón y sin petróleo”, apuntó el presidente, añadiendo que este no es un país que emita cantidades importantes de gases de efecto invernadero.
“Son los ricos del mundo quienes lo hacen, acercando al ser humano a su extinción, pero nosotros sí tenemos la mayor esponja de absorción de estos gases después de los océanos: la selva amazónica”, sentenció.
En ese momento aprovechó para hablarle al Fondo Monetario Internacional (FMI) —siempre criticado por la izquierda—, al que le propuso “cambiar deuda externa por gastos internos para salvar y recuperar nuestras selvas, bosques y humedales”.
La propuesta es llamativa, considerando que el país tiene una deuda externa del 48,8% del PIB y suera los 175 mil millones de dólares. De llevarse a cabo su idea, Petro prometió usar el excedente de dicho compromiso monetario para “salvar la vida humana”.
“Si el FMI ayuda a cambiar deuda por acción concreta contra la crisis climática, tendremos una nueva economía próspera y una nueva vida para la humanidad”, propuso.
En el discurso posterior que dio en la Casa de Nariño repitió su postura sobre la necesaria transición hacia un sistema económico que no dependa de combustibles fósiles, mas en ningún momento se refirió a cambios abruptos para dejar de utlizarlos.
BUSCA CAMBIAR LA LUCHA CONTRA LAS DROGAS
En otra línea, el presidente se pronunció sobre la lucha contra las drogas en el mundo, que, como dijo en campaña, ahora debe tener un nuevo abordaje después de 53 años de “fracaso”.
Su propuesta es cambiar la visión del consumo de narcóticos, pasando de una visión de lucha a una de prevención. Es un abordaje del tema desde la salud pública. Con eso en mente y sabiendo que Colombia no puede tomar esa determinación sin el acompañamiento de otros países, hizo un llamado a crear una nueva convención internacional que acepte dicho fracaso.
Lo anterior, porque aquella guerra “ha dejado un millón de latinoamericanos asesinados durante estos 40 años, y que deja 70.000 norteamericanos muertos por sobredosis cada año. Que la guerra contra las drogas fortaleció las mafias y debilitó los Estados”.
El mensaje de Gustavo Petro es poderoso, no solo por su contenido sino por quienes tenía sentados enfrente. Lo dijo ante la delegación de Estados Unidos —que viajó a Colombia para el acto de posesión—, el principal país promotor de la aspersión aérea con glifosato y el inventor de la lucha contra las drogas en 1971.
RATIFICÓ BENEFICIOS A CAMBIO DE DEJAR ARMAS
Pero hablar de drogas necesariamente va ligado a hablar de grupos armados al margen de la ley y, a propósito, Petro sacó a colación la receta de la paz total. En esta, como es sabido, estarían incluidos todos los grupos armados, incluyendo aquellos que no tienen estatus político.
Petro les habló a los ilegales de forma directa invitándolos a renunciar a las armas y dejarlas en “las nebulosas del pasado”. Con eso, los llamó a aceptar los beneficios jurídicos que podría ofrecerles durante su mandato a cambio de paz, de no repetir definitivamente la violencia, de hacer parte de una economía “próspera, pero legal, que acabe con el atraso de las regiones”.
“Es la sociedad toda la que debe dialogar sobre cómo no matarnos y sobre cómo progresar (…) Para que la paz sea posible en Colombia, necesitamos dialogar, dialogar mucho, entendernos, buscar los caminos comunes, producir cambios”, anotó.
Así mismo, resaltó que tiene el objetivo de realizar diálogos regionales vinculantes con las personas que no están alzadas en armas, para evidenciar, con la palabra, los conflictos existentes y buscar soluciones “a través de la razón”.
QUIERE DESNATURALIZAR LA DESIGUALDAD
Todo esto hace parte del coctel de problemas sociales que tiene Colombia, en el que la desigualdad es el ingrediente principal del que no podía dejar de hablar Petro. No solo a nivel monetario, sino de género.
Por eso, prometió acompañar a las mujeres para lograr equidad e igualdad de oportunidades y remuneración, que no exista más la brecha entre hombres y mujeres que Francia Márquez, como vicepresidenta y ministra de la Igualdad —Ministerio que aún no existe— se encargará de tratar de cerrar.
“No podemos seguir permitiendo que las mujeres (…) ganen menos que los hombres, que tengan que dedicar el triple o cuádruple de horas a las tareas de cuidado, que estén menos representadas en nuestras instituciones”, dijo.
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Así mismo, enfatizó en la pobreza de muchos colombianos y en cómo el 10% de la población concentra el 70% de la riqueza del país, lo que calificó de “un despropósito y una amoralidad”. Más que hacer señalamientos temerarios, Petro pidió no naturalizar más la desigualdad, evitando mirar a otro lado ante ese fenómenos dolorosos que aquejan a Colombia.
“Con voluntad, políticas de redistribución y un programa de justicia vamos a hacer una Colombia más igualitaria y con más oportunidades para todos y todas”, enfatizó. Eso sí, dijo que su idea es avanzar hacia un país en donde sea posible crear riqueza para todos y todas los ciudadanos y distribuirla más justamente.
Debido a lo anterior, se refirió a su propuesta de una economía basada en la producción, el trabajo y el conocimiento, antecedida de una reforma tributaria que traiga justicia para la población. Esta ley, la primordial para el Gobierno Petro, tendrá el objetivo de “llevar parte de la riqueza de las personas que más tienen y más ganan, para abrirle las puertas de la educación a toda la niñez y la juventud”.
En ese punto, recordó que también vienen en camino una reforma a la salud, de pensiones, de contratos laborales y de educación. Todas encaminadas a avanzar hacia la meta de la igualdad social.
Sumado a eso habló sobre la soberanía alimentaria y la meta de llegar a tener hambre cero en el país. Para eso invitó al sector privado a unírsele al Estado, en la búsqueda por garantizar la alimentación plena y saludable para todos.
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CASAS DECOMISADAS PARA EL PUEBLO
Justo después de referirse a la reforma tributaria, explicó una de las medidas concretas que tomará a partir de hoy. Todos los bienes de extinción de dominio que tiene en su poder la Sociedad de Activos Especiales (SAE) serán la base para una economía productiva que administrarán las cooperativas urbanas de jóvenes productivos y las asociaciones populares femeninas.
Aunque no dio mayores detalles, esta es una tarea que le va a tocar al Ministerio de Hacienda, al que la SAE está vinculada.
Si bien apenas en la tarde del domingo Petro hizo los últimos nombramientos ministeriales —faltando solo MinCiencias— con su discurso y gabinete casi listo, dio una idea de lo que serán, al menos, sus primeras semanas de Gobierno. Se vienen cambios profundos pero, si se asemejan a su discurso de posesión, serían más concertados y menos bruscos que lo que algunos han augurado.